lunes, 6 de agosto de 2007

¡¡¡Asco de Agapornis!!!



Vaya por delante ofendido lector que este ignorante ama a los animales, adora a los animales, pero todo tiene un límite.
Ya es bastante frustrante no tener vacaciones, pasarse tooooodo el mes de agosto derretido de calor y tratando de autoconvencerse de lo bien que se vive en una ciudad supuestamente vacía.
Y son las pequeñas cosas, los pequeños detalles, llámelos placeres, los que nos permiten sobrevivir a esta tortura. Cada uno tendrá los suyos... personalmente puedo trabajar las horas que haga falta, a la temperatura que haga falta y con los horarios que me impongan... siempre que pueda dormir bien y si es posible hacer mi siestecita. Este es mi secreto, mi tesoro, mi placer que evita volverme loco en la época estival, y todo era perfecto hasta hace unos días.
Sí, curioso lector, todo era perfecto en villa ignorante hasta que el vecino del edificio de enfrente se compró una adorable parejita de agapornis.






Los agapornis son unos pajarillos preciosos, algo así como una mezcla de loro y periquito. Son listos, de vivos colores... y ruidosos, muy ruidosos. No cantan, no silban, no hablan... GRITAN. Y si uno hace ruido... imagínese dos.
Claro que todo el mundo puede tener la mascota que quiera siempre que cumpla con las normas sobre especies protegidas y todo eso, pero ¿quién me protege a mi?. Resulta que mi apreciad@ vecin@ ha decidido que con la bonanza meteorológica lo mejor para sus nuevos amiguitos es estar día y noche en la terraza, y los bichos tan contentos. Se despiertan cual gallo madrugador, y con los primeros rayos de sol te dan lo buenos días: "GRRRRRRUEEEEEC GRUEEEEEEEECCC", que traducido es algo así como "DESPIERTAAAA PARDILLLOOOOO". Durante el día el graznido de estos pájaros puedes hasta ignorarlo... excepto a la hora de la siesta... "RRRRRRIIIIEEEEEEEEPPPP CRRRROOOOOOOOOOICCC" ("CON EL DIA QUE HACE Y TU DURMIENDO PARDILLO").
He buscado aliados para parar esta tortura, propongo pagar unas vacaciones a los agapornis y sus dueños, aislarles la jaula, comprarles unos auriculares, un bozal, ¡algo!, pero nadie se une a mi causa. Me pregunto si esto durará mucho, si yo duraré mucho. Hitschcock era un visionario.
CCCRIEEEEEEEC
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