Esta semana el premio al más tonto se lo reparten las cabezas pensantes del ayuntamiento de Barcelona que decidieron proponer un cambio radical en una de las arterias más importantes de la ciudad. El motivo sigue siendo una incógnita, o más bien cómo se le pudo ocurrir a nadie meterse en este berenjenal en una época de crisis (perdón, de recesión) como la que vivimos.
Ayer se destituyó al primer teniente de alcalde (que en breve ostentará cualquier otro cargo oficial), clara cabeza de turco con la que el alcalde se salva de la quema. La ridiculez de la propuesta se vio reforzada por la falta de información de la opción "C", consistente en "No me toquéis... la Diagonal", que no solo no se anunciaba (el tema de los millones invertidos en la campaña es otra cosa) sino que era imposible acceder a la hora de votar.
Otro disparate político que demuestra (con un 80% de los votos en contra) que la gente no es tonta, sobretodo si le tocan el bolsillo.