"El Tao que puede ser expresado no es Tao". Con estas enigmáticas palabras comienza el TAO TE CHING, el libro del camino y la virtud de Lao-Tse, y es que su amigo El Ignorante sigue buscando un poco más allá, como ya les informé en la anterior entrada del Blog.
Seguir el Tao es como emprender un viaje (perdón por tan manida metáfora). Ignoro a dónde me dirijo, aunque intuyo que cuando llegue lo sabré. Veo cosas, hablo con gente, recuerdo lugares y lecciones y olvido lo innecesario. Trato de serenar mi ser, y al llegar a lo alto de una colina veo a lo lejos una humilde construcción. Aún está a kilómetros de distancia, y el camino que debo recorrer hasta ella es largo y embarrado. Debo cruzar un rio, escalar una montaña, bordear un pantano... y cuando lo consiga aún estaré lejos de la puerta de entrada. Pero el objetivo es llegar a esa casa, abrir sus puertas, recorrer sus estancias y registrar todos los cajones, y una vez lo haya visto todo, salir y seguir andando, buscando el Camino.
Lao-Tse nació un cuarto de siglo antes que Confucio, y según narran los escritos emigró a occidente cansado del desorden del Imperio. Al llegar a la frontera regaló el escrito al jefe de la guardia. Igual que con las Analectas de Confucio, el libro que hoy deshojo es una breve perla de la filosofía oriental, aunque breve no quiere decir accesible, porque créame, tras leerlo un par de veces tan solo he alcanzado a entrever destellos de esa sabiduría, pequeñas "píldoras de conocimiento" que me gustaría compartir con ustedes. Sin comentarios ni análisis (lejos estoy de poder hacer alguno sin parecer un estúpido).
Lao-Tsé defiende la No-Acción. No cambiar nada para que todo cambie...
"No apreciar los talentos, para que el pueblo no haya competiciones. No estimar objetos costosos, para que el pueblo no se haga ladrón. No ver lo codiciable, para que el corazón no se alborote.."
"...Quien siendo turbio tiene poder para aclararse, se aclarará lentamente. Quien es capaz de permanecer quieto en medio del movimiento duradero, podrá vivir en calma..."
"...Sin salir de la puerta se conoce el mundo. Sin mirar por la ventana se ven los caminos del cielo. Cuanto más lejos se sale, menos se aprende. Así, el hombre perfecto llega sin dar un paso, conoce sin ver, realiza sin hacer nada..."
"...Con la rectitud se gobierna un estado. Con la sagacidad se manda un ejército. Con la no actuación se conquista el mundo..."
Dentro de esta materia también alude al vacío interior, a la nada:
"Treinta radios hacen el cubo de una rueda, pero lo útil para el carro es su nada (el vacío de su hueco).
Con arcilla se fabrican las vasijas, pero en ellas lo útil es la nada (de su oquedad).
Se agujerean puertas y ventanas en la casa, y la nada de ellas es lo más útil para.
Así pues, en el ser está el interés. Pero en el no ser está la utilidad"
La Política también tiene su protagonismo, de nuevo con la no-acción de los gobernantes:
"Si el pueblo tiene hambre, es porque su superior consume demasiado grano de sus contribuciones; de ahí el hambre. Si el pueblo es dífícil de gobernar, es porque su Superior actúa e interviene demasiado; de ahí vienen las dificultades del gobierno. Si el pueblo menosprecia la muerte, es porque busca mucho la vida; por ella menosprecia la muerte. Más prudente es no hacer nada para vivir que estimar demasiado la vida"
Rechaza los ingenios y artificios que nos alejan de lo esencial. Así como Confucio respetaba el estudio y los ritos, Lao Tse se inclinaba a la existencia más natural:
"El estudio es acumular de día en día. El Tao es disminuair de día en día y, disminuyendo más y más, se llega a la inacción..."
"Suprimid los estudios y no habrá pesares..."
Al igual que el Budismo, dictamina que se deben rechazar los anhelos y ambiciones:
"Sin ambiciones habrá paz..."
"...Pues el que mucho ama, sufre mucha pérdida y el que mucho guarda, mucho pierde. El que sabe contentarse no sufre agravio. El que sabe detenerse no arriesga y podrá durar mucho..."
Por supuesto reniega de la violencia:
"Los que con el Tao asisten al Soberano, no deben violentar el mundo con las armas. Éstas son cosas que fácilmente se vuelven del revés. Donde acamparon los ejércitos, nacen las zarzas y, tras las tropas, vienen inevitablemente los años malos..."
"...La victoria de las armas no es hermosa. Sólo quien goza en el crimen la estima hermosa..."
Por último habla de la sabiduría (o la Nobleza, como la llamaba Confucio):
"Las palabras sinceras no son agradables y las agradables no son sinceras. El hombre bueno no ama discutir, y el discutidor no es bueno. El sabio no es jugador; el jugador no es sabio. El sabio no atesora, y cuanto más hace por el prójimo, más posee; cuanto más da, más tiene. El camino del Cielo es beneficioso y no perjudicial. El camino del sabio es hacer y no porfiar"
La edición que ha caído en mis manos, con traducción y análisis de Carmelo Elorduy (Editorial Tecnos) nos ofrece un elaborado análisis del Tao Te Ching en cuanto a su relación con el Confucianismo, el significado y transcendencia del Tao, la paz, la perfección del hombre, la virtud y la sabiduría, la política y la moral.
Finalmente, y para reflejar la dificultad de abrirse a unas ideas tan orientales desde este lado del pensamiento, permítame que repreduzca unas líneas del prólogo de este libro:
Dos hombres discuten sobre filosofía y sobre el Tao. Uno de ellos se desespera:
-Defínete de una vez, ¿crees o no crees en el Tao?
-Eso dependería -le responde con flema típicamente Zen el interpelado- de mi talante al despertar el día que te contestase. Si fuese un día en que yo amaneciera con humor occidental, quizá te dijera que tal vez sí. Pero si mi humor matutino fuese oriental, en lugar de contestarte, me limitaría a sonreír con displisencia y ofrecerte una taza de té.
Si por un casual usted se sintiera atraído o intrigado por seguir el Libro del Camino y de la virtud, visite vivir Tao, no le dejará indiferente.
¡Ah! Se me olvidaba, amable lector; un seguidor del Tao nunca dice serlo... guárdeme el secreto.