Comienzo con este lo que espero sea una larga serie de Posts literarios. Sepa usted que su amigo el Ignorante es un incansable lector, a la vez que poco crítico; para eso se ha de tener conocimiento de las letras de todas las épocas, lenguas y literatos. Otro motivo es que en cuanto a lectura voy siempre a lo seguro: obras de escritores que ya conozco o temáticas que sin duda me van a atrapar.
Tanto en cine como en literatura hay dos temas que siempre me han apasionado. Uno de ellos es la época dorada de los descubrimientos para los pioneros de finales del siglo XVIII. Cuando la aviación aún era una utopía, el mundo un retal cosido a fronteras y colonias y todavía quedaban tierras por descubrir para el hombre blanco. Años después (digamos que hacia 1925) aún se sabía de descubrimientos de nuevas especies animales y exóticas tribus a través de publicaciones especializadas o diarios sensacionalistas.
Es en esta época en la que transcurre este diario de viaje escrito por Joan Marín i Balmas, que por motivos que más adelante desvelaré llegó a mis manos estas navidades.
De París a Barcelona pasando por Honolulú, editado por primera vez en 1929, es el primer título que nos ofrece la colección Astrolabi dedicada a este tipo de literatura. En él se nos muestra la visión en primera persona del viaje alrededor del mundo de su autor: 30000 millas naúticas, 133 días y 60 ciudades visitadas. No es ni mucho menos un viaje lleno de aventuras, descubrimientos y peligros, más bien al contrario, narra las vivencias de un viajero lleno de preguntas, curiosidad y hambre de conocimiento en un lujoso crucero al acance de muy pocos.
El Belgenland, barco en el que se realiza la travesía, se construyó con fines bélicos en 1914, y acabada la guerra se transformó en transatlántico de lujo. Este viaje fue noticia en todo el mundo, sobretodo en los países donde amarraba, en los que se trataba a sus ocupantes como reales emisores dignos de toda atención. De hecho el crucero llegaba a tal elitismo que para garantizar el total confort de sus privilegiados viajeros tan solo se ocuparon 350 de las 2600 plazas posibles. El viaje se efectuó entre 1927 y 1928, poco antes del dramático final de la dácada de los años 20, que se ocupó de impedir cualquier viaje parecido en muchos años.
El viaje comienza en París, como desvela el título, zarpando en un largo recorrido hasta Nueva York. En esos primeros días y debido a las inclemencias climatológicas y de la mar el autor comienza a cuestionarse la idea de tal tal singladura. Pronto llegan los ánimos con la mejora del tiempo, y nos hace un fiel retrato de las gentes que pasean por cubierta: ricas damas rodeadas de perros, jóvenes de clase alta flirteando, hombres de negocios que ni en esos días dejan de pensar en hacer buenos contactos... todo con la palabra y humor de un hombre culto y con gusto por el conocimiento. Cabe destacar que Joan Marín, empresario dedicado al papel y la joyería, perteneciente a la "buena sociedad" Barcelonesa, está lejos de ser el prototipo de turista millonario que le rodeaba. Su capacidad de observación y necesidad de saber y su preocupación ante la situación de otros países lo convierten en un narrador de primera clase.
Así pués, realizamos un viaje en el tiempo para conocer algo de historia de cada lugar, costumbres, gentes y anécdotas. Visitaremos Cuba, el canal de Panamá, California, Hawai, Japón, China, Malasia, India y Egipto.
Me ha llamado la atención la capacidad predictiva del autor, quien ya deja entrever la inestabilidad que unos años después desencadenaría nuestra guerra civil. Sobre Japón escribe unas líneas que me atrevería a calificar de "Nostradámicas", si es que tal adjetivo existe:
"... no será de extrañar si Japón, siempre tan cortés, devuelve un día la visita que hace 70 años le hizo el comodor Perrey.."
13 años después se produjo el ataque a Pearl Harbor.
Sobre China vaticina:
"... Japón, despierto, camina y sabe hacia dónde va. La China, en cambio, parece dormida. ¿Qué pasará cuando despierte?..."
En ocasiones el lenguaje puede no parecer demasiado políticamente correcto, pero si tenemos en cuenta que fue escrito hace más de ochenta años no deja de ser anecdótico, incluso cómico, sobretodo a la hora de describir a las gentes de cada país, donde se demuestra que ciertos tópicos no se han amortiguado con el tiempo, convirtiéndose en certezas (pese a quien pese). Es especialmente delirante la descripción que hace de sus compañeros de viaje americanos, totalmente válida a día de hoy.
Así pués conoceremos, siempre rodeados de sirvientes y todo tipo de lujos, los más bellos parajes y las más crueles tradiciones, daremos la vuelta al mundo y viajaremos en el tiempo para descubrir algo: que nada ha cambiado. Los países pobres lo siguen siendo, incluso más. Las guerras nunca han cesado, las religiones crean conflictos políticos, y estos crean conflictos sociales, que acaban en aún más guerras y pobreza. Tal vez las colonias hayan desaparecido por completo, pero hoy se les da otro nombre y excusa (pido disculpas por este arrebato demagógico).
Llegados a este punto debo hacerles una confesión con emoción y orgullo: no es casualidad que este libro llegara a mis manos, ya que Joan Marín era mi abuelo. ¿Sorprendido?. Conocía por supuesto su vida por haber leído artículos y cómo no por las explicaciones de mi madre y mi abuela, pero leer lo que en su día escribió sin intermediario me ha dejado conocer a un hombre lleno de afabilidad, humor, cultura y compasión, y el hecho de que compartiera sus andanzas y sentimientos en este libro me han dado la oportunidad de recordarlo sin haberlo conocido (murió en 1945, a los 55 años; 30 antes de que yo naciera). Lo que sí recuerdo es su casa en el Eixample Barcelonés, llena de muebles, figuras y tapices exóticos fruto de sus viajes.
Después de leer esta reedición del libro busqué una edición original, y la encontré en casa de mis padres, donde siempre había estado, y lo que me emocionó más fue ver las fotografías tomadas por mi propio abuelo, en las que se aprecia el cambio que ha habido en algunos lugares, y la estanqueidad en el que parecen subsistir otros.
Comprenderá, amigo lector, que en mi descripción/opinión de este libro me ha resultado imposible ser objetivo, pero en cualquier caso no resultará para nadie una lectura valdía, al contrario, ni siquiera supone un esfuerzo navegar por sus páginas. La agilidad verbal (incluso en el catalán de entonces) y narrativa hace de este libro una lectura amena y educativa... ya me contarán.
Reseña editorial:
The Largest Ship to Circle the Globe.
Esta fue la frase ideada en el año 1924 por los publicistas de la compañía Red Star para promocionar su producto estrella, un viaje de circunnavegación mundial a bordo de un crucero de lujo, el Belgenland, una experiencia al alcance de muy pocos que, Joan Marín y Balmas, tuvo la fortuna de vivir. También tuvo el acierto de narrar su aventura con un lenguaje fresco y sencillo, no exento de elegancia, que ochenta años después llega a nosotros en esta nueva edición.
Cuando Marín embarcó, en 1927, los felices años veinte se aproximaban a su traumático fin, pero aún tuvo la oportunidad de vivir aquel ambiente con todo su esplendor, integrado en un selecto pasaje de millonarios norteamericanos, entregados a costumbres sofisticadas y cosmopolitas. A parte de las prácticas lúdicas y festivas de a bordo, deliciosamente narradas por Marín, el autor pone especial atención en la descripción de los lugares visitados y las costumbres de sus habitantes, hasta constituir el panorama de un mundo diverso y fascinante. El viaje valía la pena: 30.000 millas náuticas recorridas, 133 días de singladura, 60 ciudades visitadas. De París a Barcelona pasando por Honolulu nos ofrece, en definitiva, la oportunidad de viajar, no sólo a través del espacio, sino del tiempo. En cualquier caso, será una de las pocas ocasiones en que podréis saborear un Million dollar cocktail, cómodamente instalados en la cubierta de una embarcación de lujo, rumbo a Singapur, una calurosa tarde de 1928.