jueves, 12 de abril de 2007

Cosas de casa

Sí, desocupados lectores. Ya me lo decía mi madre, que llevar una casa requiere estudios de la más diversa índole, y no hablo solamente de conocimientos culinarios, de albañilería o matemáticos (aunque últimamente la única operación que debo realizar es la resta en mi cuenta corriente). También se requiere psicología y protocolo, sobretodo para tratar con los vecinos.
Este ignorante tiene bastante suerte, porque somos ocho vecinos y creo que bien avenidos (excepto en las reuniones anuales, donde no hay amigos y no se hacen prisioneros).
Está el típico señor jubilado, que como no tiene nada más que hacer se dedica a arreglar cosillas y a velar por el buen funcionamiento de nuestra comunidad. Dicho esto debo añadir que es un pesado y que muchas veces doy un par de vueltas a la manzana si veo que va a entrar, para no tener que subir con él, aunque últimamente he desarrollado un estado mental en el que nada importa, no le oigo, es como si escuchase una musiquilla acompañada del trinar de los pajarillos. De vez en cuando asiento levemente, o voy diciendo "ajá, ya, estas cosas ya se sabe". Creo que lo único que necesita este personaje (presente en toda comunidad de vecinos, aunque puede ser en forma de mujer y variar su edad) es una figura antropomórfica a la que dirigirse, por lo que he propuesto colocar espejos por toda la escalera, como a los periquitos...
Por otro lado están las señoras que, incapaces de bajar un piso para dar el parte a su vecina y además amiga (que si he ido a comprar, que si mi hijo ha sacado todo notables...) comienza a gritar por el patio interior
"¡¡¡¡ANTOOOOOOONIAAAAAAAAAA!!!!, ande sa metío esta mujer... ¡¡¡¡ANTOOOOOOONIAAAAAAAAAAAAAA!!!".
El problema es que entre la señora Josefa (3º2ª) y la señora Antonia (1º2ª) está un servidor (2º2ª), que me he de enterar si estas señoras van al médico o si les han salido juanetes. Pero lo peor es cuando lo que han de decir es secreto, porque entonces no gritan, sino que cuchichean a voces.
"Antooniaaaaaaaaaaaaaaa! mira que es guarra la de abajo, que le llega la mugre a las rodillas".
El caso es que se entera toda la escalera, incluida la guarra de abajo, y luego vienen las caras largas.
Por suerte en mi escalera no hay ascensor, y digo esto porque me he fijado en los tics que adoptamos a la hora de subir o bajar con algún vecino: mirar la hora, buscar las llaves, encontrar la llave de la puerta, volver a mirar la hora... Mucho peor es cuando hay conversación de por medio: tiempo, familia y trabajo son los temas básicos. Mire señora: ya sé el tiempo que hace; la familia bien, gracias; y acabo de salir del curro y no-me-a-pe-te-ce hablar del tema.
¡Uy! ya hemos llegado.
Related Posts with Thumbnails