¡¡¡Avisad a Stephen Hawkin!!! Ríanse de la teoría de la relatividad, de la del Caos, mófense de los agujeros negros y de los viajes en el tiempo. Desocupados lectores: se ha descubierto la realidad sobre los universos paralelos. Y la puerta para viajar entre estos mundos está en mi propio hogar.
Sí, sorprendido lector, y ha sido este humilde ignorante quien la descubrió por casualidad, barriendo su humilde hogar cual ratita del cuento (aunque sin encontrar una sola moneda). Más bien son elementos, objetos o materias algo más desagradables los que aparecen por arte de magia bajo el sofá. Y esto me hizo pensar, es más, me hizo planificar una serie de pruebas que corroborasen la teoría que poco a poco iba tomando forma en mi fantasioso cerebro.
Por eso, para demostrar empíricamente mi teoría, acudí a varios amigos tan ignorantes como quien escribe. Sin adelantar mis ideas, procedí a limpiar exhaustivamente todo el suelo de mi morada: lo barrí con ahinco, y al acabar pasé obsesivamente la aspiradora, y no contento con esto saqué brillo con mis bayetas y siguiendo la lección del gran Tanaka: "Dar cera, pulir cera...". Finalizada esta tarea y ante todos los ignorantes presentes (que colaboraron levantando sus piernas mientras pasaba la escoba con tesón) les hice firmar todo el proceso y descripción del resultado: un suelo limpio, brillante, resbaladizo. Aquello no era un suelo, era un anuncio de Mr Proper (UY NO!! Mr. Proper fue al principio, ahora se llama Don Limpio).
Pues bien, tras esta declaración jurada y ante sus atónitos ojos comencé a barrer de nuevo el piso, y... ¡Oh sorpresa!, ahí estaba de nuevo. Ligeras, oscuras, escurridizas, cual extrañas alienígenas venidas de otro mundo: las pelusillas. ¿Qué son? ¿De dónde vienen? ¿Cuáles son sus funciones o intenciones?. Si se me cae al suelo una patata frita recogeré una patata frita. El polvo es polvo. Pero ellas... son un enigma. Aparecen de la nada para inundarlo todo al mínimo descuido, como el óxido, como la humedad en las paredes, como las algas. Por eso estoy convencido de que no pertenecen a nuestra naturaleza, viven en un universo paralelo de pelusillas, y por algún motivo atraviesan el espacio-tiempo para llegar aquí, a mi casa, a través de la puerta interdimensional que se abre bajo mi sofá. ¿Me atreveré algún día a cruzar esa puerta?.
Ríase, incrédulo lector, pero ya he vendido los derechos a Michael Crichton.