Le contaré un secreto, curioso lector: nadie es alérgico a los gatos, ni a su pelo; somos alérgicos a la caspa del felino. ¡Gatos con caspa!. Señores de "Head&shoulders", aquí hay negocio.
Pero mucho peor es lo de los ácaros. Aquí tenéis un bonito retrato del señor ácaro:
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Este simpático personajillo (que de ser algo más grande encontraríamos fácilmente en cualquier plato de marisco, junto a gambas y almejas) se alimenta de escamas de piel humana. De acuerdo... ¿Ahora tengo escamas? ¿Es que soy un rodaballo?.
Le contaré otro secreto, sorprendido lector: nadie es alérgico a los ácaros, sino a las proteínas de... ¿Preparado?... ¡SUS EXCREMENTOS!.
Sí, asqueado lector, no basta con imaginarnos inmersos en una plaga de dimensiones bíblicas en nuestro propio hogar, con estos bichos campando por cada centímetro de nuestra piel. Es que además se cagan por todas partes.
Si me disculpan, voy a ducharme.