- ¿Y lleva así tres días?
- Tres días doctor. Me levanté el martes… y hasta hoy
- Es extraño, realmente extraño
- No lo entiendo doctor, no bebo, jamás he tomado drogas
- ¿Hay antecedentes familiares?
- No hasta donde yo sé. Tenía un tío medio loco, pero nada parecido a lo mío
- Esto se escapa a mis conocimientos. Voy a recetarle algo para calmarle, pero deberá visitar al psicólogo… o al logopeda, no lo tengo claro
- No lo sé doctor, me da reparo
- Pero pretenderá volver a estar sano ¿Verdad?
- Claro, claro. Ahora mismo solo pienso en eso
- ¿Hace vida normal?
- Lo intento, pero antes de abrir la boca he de pensar mis palabras, hablo bastante lento, parezco tonto
- No se desanime hombre, esto será transitorio, ya lo verá
- Dios le oiga doctor
- ¿Todos bien en casa?
- Sí, por desgracia. Ya sabe; los hijos se ríen de mi problema y su madre… en fin, para ella solo intento llamar la atención. ¡Llamar la atención a mi edad! Si yo solo aspiro a tener algo de paz en mi propia casa.
- ¿Y le afecta en el trabajo?
- Me he adaptado
- ¿Dónde trabaja?
- En el mercado, soy carnicero
- ¡Vaya! ¿Y cómo lo hace?
- Fingiendo toser cada vez que me atasco. Lo peor será el domingo en el partido…
- ¿Y eso?
- ¡No podré gritarle al árbitro! Seré incapaz de ofender a los contrarios. Ya sabe, las peores palabras…
- Sí, me imagino dos o tres
-¡O diez!
Ambos rieron. Por primera vez desde hacía tres días el hombre se olvidó de la extraña enfermedad. El médico jamás había visto nada parecido, por eso fingió escribir largo rato en el ordenador. La idea era deshacerse del hombre lo más rápido posible. Tenía demasiados pacientes normales y corrientes en la sala de espera como para perder el tiempo con tonterías.
-Entonces haremos esto: antes de irse pida hora a la enfermera para ver al especialista.
Poniéndose en pié y tendiéndole la mano dio la visita por finalizada. El paciente le miró algo decepcionado.
- ¡Anímese hombre! Ya verá como no es nada
- Ya
Tal y como le ordenó el doctor, nada más salir el hombre se dirigió al mostrador donde la agria enfermera le atendió sin levantar la vista de la pantalla
- ¿Para el doctor García? ¿Le va bien el viernes doce?
- ¿El doce? ¿No podría ser antes?
- No señor
- Entonces el doce
La enfermera empezó a teclear
-¿Nombre?
Con resignación y timidez el hombre le respondió
- Ag stín H rtado R iz.