Magia en la ciudad
¿Existe la magia? No la de palomas que salen de un sombrero, ni la de bellas mujeres cortadas por la mitad o atravesadas por sables dentro de una caja. ¿Existe la magia de verdad? Eso parece preguntarse la gente de esta ciudad, tal vez usted mismo. Porque desde hace tiempo venimos siendo testigos de hechos milagrosos cada día, y sobretodo cada noche. Como en el cuento de la zapatería mágica parece que unos atareados duendecillos urbanos se dedican a hacer desaparecer cosas de las calles para hacernos la vida un poco más agradable. Incrédulos, los habitantes de esta ciudad (¿usted mismo?) dejan a todas horas las calles repletas de objetos para comprobar el milagro. En pocas horas, los duendecillos no han dejado rastro de bolsas, botellas, cristales, cartones, plásticos y cualquier elemento incompatible con una ciudad de supuesta categoría. Incansables, los ciudadanos siguen observando el milagro,y con perserverancia continúan vaciando sus casas de deshechos para dar trabajo a tan laboriosos seres, hasta el punto que ya han dejado de considerarlo magia, y siguen ensuciando las calles sin recordar por qué comenzaron. Por suerte los duendecillos mágicos se resignan recordando por qué lo hacen: por un sueldo a final de mes.
A la gente que mantiene limpias nuestras calles: Gracias
Inseguridad ciudadana
Tras las alarmas generadas por las numerosas oleadas de robos, atracos, asaltos, violencia, drogadicción, prostitución… nuestra ciudad duerme inquieta por una nueva banda criminal, que se dedica a vaciar nuestros hogares a altas horas de la noche, cuando el frío y la oscuridad nos invitan a cobijarnos bajo las mantas y abrazar a nuestra pareja. Es entonces, al encontrar una falsa sensación de seguridad, cuando estos delincuentes se encargan de separarnos de nuestros deshechos, nuestra basura que con tanta dedicación y esfuerzo hemos acumulado a lo largo del día. No contentos con eso, también mojan las calles (un grupo especial de la policía está estudiando las primeras teorías sobre esta forma de actuar). La organización y especialización de esta banda llega al extremo de poseer vehículos especiales para cargas pesadas, dejándonos sin los decorativos y tradicionales muebles, electrodomésticos y colchones que con tanta ilusión ha depositado un altruista vecino en cualquier esquina. La desolación a primera hora de la mañana es total: ni un papel, ni un plástico, solo una calle fría, sin vida. Por suerte los conciudadanos, lejos de rendirse ante tan cruel actividad delictiva, unen sus fuerzas para escupir, pintar, romper y ensuciar de nuevo nuestras queridas calles. Las investigaciones han llevado a la policía a difundir un retrato robot de estos criminales: si ve usted a un hombre o mujer con mono azul, en un gran (y lento) vehículo, con actitud sospechosa y vigilante ante cualquier contenedor, tenga mucho cuidado, tal vez sea su basura la siguiente.